Contador de historias
Escribir para mi es
como darle un respiro a mi mente, como abrir la escotilla encimita de la pleura
y dejar salir todas esas historias que quieren escapar a la velocidad de la
luz; no es una tarea fácil, en especial cuando un personaje de aquel universo se
me queda atorado y rebota en mi cráneo durante las noches de insomnio o en las
horas de oficina.
La última vez fue
horrible y no se lo deseo ni a mi peor enemigo godín. Tenía el monitor frente a
mi y de pronto yo solo podía concentrarme en aquellos pequeños puntos de luz
saltando hacia mi, sin importar que tuviera mucho trabajo y un montón de seres
imaginarios que tenían secuestrado mi cuerpo como una nave espacial. Yo solo
era una especie de barco que navegaba entre estrellas, a la espera de recibir
órdenes internas que me hicieran mover las manos, levantarme, comer o defecar.
Por un momento, pensé
que quizá tenía algún parásito o que el colesterol de mi arteria carótida se
había desparramado sobre mis neuronas como le pasó alguna vez a mi padre, cuyos
momentos de lucidez eran salpicados por una especie de inconsciencia que lo
convertía en un personaje digno de García Márquez; para mi suerte, estaba
atravesando por uno de mis típicos bloqueos mentales combinados con apatía, amargura
y las ganas de mentarle la madre a todos los que se me interponen en medio de
la inspiración:
<<te habla el
jefe>> <<¿ya viste qué horas son?>> <<no pude cargar
gasolina en ningún lado>> <<se puso buena la grilla>>
<<ya nos van a correr a todos>>
A pesar de todo, me
gusta sentir que alguien me habla desde dentro y me dicta cosas que voy
escupiendo en un cuadernito o en un teclado; incluso llego a creerme todo eso,
porque soy de esos frikis que casi no hablan en el elevador y no sabe qué más
decir cuando te cuentan un chiste simplón o se ponen a platicar de la calor, el
tráfico y otras tantas cosas que tenemos todos los días en la ciudad.
Hoy ya no aguantaba más
este dolor de cabeza y se me dio la gana poner a orear mis universos paralelos,
a ver si de pura casualidad acabo escribiendo un buen cuento o se me quita el
mal humor por algunas horas, bye.
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