Reseña de Prepa 9 UNAM

Hoy quiero hacer una reseña de mi prepa,la nueve, la que está en 18 de marzo y la que era tan fresa como para no tener una fauna porril aguerrida.
Olvidemos ese montón de patrañas solemnes de cuándo fue creada o por qué carajos se llama Pedro de Alba. Hoy prefiero contarles un poquito de aquellos personajes y lugares que de algún modo se quedaron impregnados en la nube colectiva de recuerdos.

Están por ejemplo los pilares de la entrada que te daban la bienvenida a la prepa como un racimo de árboles petrificados. Ahí mismo nos juntábamos sin saberlo quienes teníamos algo de perdidos, desadaptados e interesantes, de los que nos sentíamos pioneros porque nos tirábamos en el piso debajo de los teléfonos públicos para escribirle cartas de amor  filosófico a una desconocida.

Más adelantito estaba el asta bandera, a donde se juntaban los pendejitos que querían ser porros y se sentían realizados cuando taloneaban a los raritos de primer semestre como yo, que tenían una familia decente, pero pocos amigos. Al principio, me quedó la manía de no caminar en esa parte, a la altura de las canchas, porque seguro te taloneaban; con el tiempo, le agarré el gusto a esa zona, cuando ya iba en segundo semestre y me iba a caldear con las de primero en las jardineras que estaban por ahí.
Como en toda prepa, también había una biblio, algo equis para mi gusto de prepo adolescente con acné y muy poca educación literaria; por esa razón, me parecía de lo más absurdo llenar papeletas para sacar un libro o para fotocopiarlo afortunadamente ese método de la prehistoria es casi sustituido por el PDF y el ePub.
También había una zona de deportes y una alberca, pero igual muy equis, porque soy un freak y me caga el ejercicio, además de que un compañerito se mató por aquellas épocas y nos salvó a toda una generación de nadar en ese gel de bacterias con pus adolescente.

Había compas ordinarios que a pesar de ello acabaron convertidos en bosquejos de personajes tipo Simpsons o Beakman. No sé si alguno se haya vuelto en Nobel o en empresario investigarlos me daría hueva y hasta envidia, el caso es que se quedaron ahí en la memoria colectiva y permanecen en las paredes de aquella escuela.

Mis cuates del alma eran algo parecido, pero su personalidad se me hacía más definida, tal vez porque los acabé de conocer mejor y descubrí que quieres a las personas no solo por sus virtudes, sino también por sus puntos en contra. Con ellos me puse briago por primera vez y comencé a ser pretencioso desde entonces.

Ahí está mi prepa, con sus laboratorios de química, física y biología todos parchados, su auditorio, su centro de cómputo y la impresora de matriz de punto donde me tomé la molestia de imprimir algunas cuántas tareas, mientras escribía textitos huérfanos en un cuaderno qué acabó rodando entre otros recuerdos noventeros como el Discman y la Compaq Presario con bocinotas a los lados.


Ojalá algún chavo de estos sienta lo mismo que yo dentro de 20 años y se descubra colgando su historia en algún blogsito como este. Mientras tanto, es hora de echarse, porque mañana continúa mi misión godin, bye.

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